Un penalti más que discutible provoca el tercer tropiezo consecutivo de un equipo que no fue capaz de sobreponerse a las adversidades
Durante muchos años, esta columna se llamó ‘Aunque llueva o sople sur’, un homenaje o préstamo de un verso del himno del Racing. Y a pesar de que la canción oficial no es precisamente memorable, hay que reconocer que su letrista, un profesor de idiomas bastante particular llamado Francis Pardo, acertó de pleno al caracterizar el espíritu de una afición que no falla ni en las malas ni en las peores. Si no fallaba ni en Segunda B ni en Primera RFEF, como para perderse un partido ahora que han llegado los buenos tiempos. Quizás por eso resultó mucho más triste el accidente de tráfico que sufrió un aficionado en su moto ya casi llegando a los Campos de Sport. Eso, ir tan feliz a ver a tu equipo y terminar la tarde en una ambulancia, sí que es una desgracia, y no cualquier resultado deportivo. Ojalá no haya sido grave y el muchacho esté ya recuperado.
Decía que lo de que llueva o sople el sur es también una forma de sufringuismo, más que nada porque sí que hay algún aficionado que adora la lluvia –sobre todo, cuando llueve ‘bien’–, pero por estos pagos el que desde luego las que tienen muy mala prensa son las suradas: que si levantan dolor de cabeza, que si traen catástrofes en la mar. Y ayer no es que lloviera ni soplara el sur, pero desde luego algo pasó a media tarde en El Sardinero, porque se encadenaron los accidentes –pequeños, sí, de baja intensidad, pero con resultados nefastos– como en aquella película en la que se sucedían las catastróficas desdichas.
Empezando por el vuelo sin motor de Jeremy, al que de repente se le acabó el campo y tuvo que pasarse al salto de obstáculos. Todo pudo acabar en drama, porque aterrizó sobre cemento de la grada, así que fue una suerte que la cosa quedase en un golpe. Eso sí, el delantero quedaría bastante mermado físicamente. Mala suerte, sobre todo porque era la apuesta de José Alberto para la punta de ataque. Una decisión difícil, por cierto, porque hay que estar seguro, pero muy seguro, para dejar de inicio en el banquillo a Villalibre.
Sin embargo, el mayor contratiempo de la jornada sería la decisión de Eder Mallo, el colegiado del encuentro, que quiso ver un penalti en una jugada que realmente hay que mirar con lupa para interpretar que Javi Castro comete falta sobre el delantero. Seguro que los árbitros son capaces de ver cosas que los demás no vemos, pero es que por más que miro las repeticiones de la jugada no logro entender cómo es posible ver pitar ahí nada. Porque eso es lo que hubo, nada.
Da mucho que pensar que, después de tres o cuatro jornadas con declaraciones de rivales y las redes ardiendo en una campaña encubierta contra el Racing –supuestamente favorecido por varias expulsiones–, de pronto llevemos dos partidos en los que dos decisiones arbitrales han provocado la pérdida de cinco puntos. Si el penalti señalado en Córdoba fue riguroso, ¿el de ayer en El Sardinero qué sería? Cuesta mucho tomarse en serio las teorías conspiranoicas, pero a veces entran dudas. Muchas dudas.
En cualquier caso, lo peor fue que el equipo se perdió en protestas, que provocaron una lluvia de amarillas. Cierto que cuesta superar ciertos golpes, pero es ya el tercer accidente en tres jornadas. Igual va tocando revisar alguna cosa, por si no es todo un simple fruto de la casualidad.
Publicado en EL DIARIO MONTAÑÉS el domingo 28 de septiembre de 2025
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