La victoria cómoda que dábamos por segura al descanso se diluyó, como la superioridad del Racing, sin ningún motivo aparente
Que este partido ‘le’ íbamos a ganar lo teníamos todos muy claro, ya mucho antes de que en el descanso sonaran por megafonía Los Carabelas con su sentido homenaje al leísmo, que más santanderinos no podían ser; vamos, que si no ‘existirían’, habría que inventarlos. Eso sí, y aunque no lo parezca, poner esa canción cuando vas ganando está entre el tentar a la suerte y la provocación gratuita.

De todos modos, hasta el Granada debía de traerlo asumido de casa, y si no, les tocó cambiar el chip nada más comenzar, porque el Racing salió dispuesto a no darles ni la menor oportunidad de meterse en el partido. Hasta Íñigo Vicente, a veces tildado de tibio, mordía. ¡Y en defensa! Aunque para ardor guerrero, el de siempre: Mantilla empezó el partido con cabalgada en ataque que truncó el extremo Faye con un sutil toquecito en la espalda, de esos que apenas se notan, pero desequilibran. Y el señor Ais –por poco no fue el señor «¡Ay!»–, quizá seducido por la elegancia del gesto, pasó de soplar en el silbato. O sea, Mantilla por los suelos, y ya cruzado para el resto del partido. En este juego, como en la vida, hay que saber a quién se provoca.
Más allá de escaramuzas, el único argumento de los nazaríes en la segunda parte parecía ser un Sergio Ruiz que sigue siendo el mismo, o todavía mejor, que cuando resucitó a aquel Racing comatoso de finales de la pasada década. Ahora que tanto se especula con un posible regreso de Canales, ojalá no fuera el único Sergio en volver a vestir de verdiblanco. A sus treinta años vive un momento de madurez extraordinario. Y era medio equipo: él empezaba las jugadas, sacaba el balón desde el centro de la defensa, y luego en ocasiones acababa pidiéndola en punta. Lástima –fortuna para el Racing– que no estuviera más arropado. Hasta fue capaz de ganarle a Mantilla un balón de cabeza… ¡y salir ileso!
Sin embargo, este club es tan particular que ganando dos a cero al descanso fue capaz de complicarse la vida en un partido que parecía finiquitado… al menos sobre el papel. Veinte minutos y nos habían igualado… y ya teníamos el lío montado. Para que luego digan que no se sufre en los Campos de Sport. Y es que estamos tan enganchados a la emoción que cuando el Racing gana con holgura, casi hasta nos aburrimos. Eso, o que hay canciones que igual no hacía falta poner…
[Publicado en EL DIARIO MONTAÑES el 16 de noviembre de 2025]

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